El termino "rosario", proviene del latín "rosarium" que quiere decir puñado o racimo de rosas, o también: corona o guirnalda de rosas. La palabra latina está compuesta con rosa (la flor) y el sujijo -arium (-ario) que indica pertenencia, es decir "perteneciente a la rosa". La razón es porque antiguamente usaban rosas para decorar la corona de la virgen. Luego esa guirnalda de rosas se relacionó con el hilo con una serie de granos usado para llevar la cuenta de las recitaciones. Si se tomó esta palabra para designar a una oración de avemarías que se repiten asociadas, y luego para un conjunto de cuentas que sirven para dirigir su rezo, según la propia explicación de Santo Domingo que instauró este rito, es porque la rosa es un viejo símbolo místico y la virgen María incluso es llamada "rosa mística" desde antiguo en las letanías.
Y como decía el Papa Pablo VI en su exhortación apostólica "Marialis Cultus" es justo recordar a los hijos de Santo Domingo de Guzman, por tradición custodios y propagadores de tan saludable devoción.
Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), fundador de la Orden de Predicadores o "Dominicos", es considerado el precursor de esta devoción y práctica. La Santísima Virgen se le apareció entre los años 1208/1214 y le enseñó el Santo Rosario. De ahí en más lo utilizó mucho en su trabajo misionero, especialmente para hacer frente a las herejías. La Virgen le reveló:
Sólo si la gente considera la vida, muerte y gloria de mi Hijo, unidas a la recitación del Ave María, los enemigos podrán ser vencidos. Es el medio más poderoso para destruir la herejía, los vicios, motivar a la virtud, implorar la misericordia divina y alcanzar protección. Los fieles obtendrán muchas gracias y encontrarán en Mí a alguien siempre dispuesta y lista para ayudarles.
Luego, en sus numerosas manifestaciones, la Santísima Virgen nos ha invitado al rezo del Santo Rosario. ¡No podemos quedar indiferentes a su pedido! ¡Es nuestra Madre del Cielo la que nos lo pide! El Papa Juan Pablo II, en su Carta apostólica "Rosarium Virginis Mariae", declaró "Año del Rosario" el que comenzó el 16 de octubre de 2002 y consideró conveniente incorporar a los 15 Misterios originales (Gozosos, Dolorosos y Gloriosos) los llamados Misterios Luminosos, en los que podemos contemplar momentos muy significativos de la vida pública de Jesús, desde su Bautismo en el Jordán hasta la Última Cena.
¿Por qué el Rosario?
Porque...
es una síntesis maravillosa del Evangelio, tiene una base escriturística amplia y sólida: sus misterios y sus oraciones están tomados de textos bíblicos. La historia de la salvación está perfectamente presentada en sus momentos culminantes en los misterios del rosario (Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos). Esta oración es un resumen del Nuevo testamento.
Se ha puesto en más clara luz la índole evangélica del Rosario, en cuanto saca del Evangelio el enunciado de los misterios y las fórmulas principales; se inspira en el Evangelio para sugerir, partiendo del gozoso saludo del Ángel y del religioso consentimiento de la Virgen, la actitud con que debe recitarlo el fiel; y continúa proponiendo, en la sucesión armoniosa de las Ave Marías, un misterio fundamental del Evangelio -la Encarnación del Verbo- en el momento decisivo de la Anunciación hecha a María.
Se ha observado también cómo la división de los misterios del Rosario no sólo se adapta estrictamente al orden cronológico de los hechos, sino que sobre todo refleja el esquema del primitivo anuncio de la fe y propone nuevamente el misterio de Cristo de la misma manera que fue visto por San Pablo en el celeste "himno" de la Carta a los Filipenses: humillación, muerte, exaltación (2, 6-11).
Oración evangélica centrada en el misterio de la Encarnación redentora, el Rosario es, pues, oración de orientación profundamente cristológica. En efecto, su elemento más característico, la repetición litánica en alabanza constante a Cristo, término último de la anunciación del Ángel y del saludo de la Madre del Bautista: "Bendito el fruto de tu vientre" (Lc 1, 42). Diremos más: la repetición del Ave María constituye el tejido sobre el cual se desarrolla la contemplación de los misterios; el Jesús que toda Ave María recuerda, es el mismo que la sucesión de los misterios nos propone una y otra vez como Hijo de Dios y de la Virgen. Es sabido que, precisamente para favorecer la contemplación y "que la mente corresponda a la voz", se solía en otros tiempos -y la costumbre se ha conservado en varias regiones- añadir al nombre de Jesús, en cada Ave María, una cláusula que recordase el misterio anunciado.
Porque...
al ser a la vez oración vocal y contemplativa, nos permite, mientras vamos pasando las cuentas y rezando las principales oraciones del cristiano, contemplar los momentos más importantes de las vidas de Jesús y María.
Se debe recalcar, la importancia de este elemento esencial del Rosario: la contemplación. Sin ésta el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis no seáis charlatanes como los paganos que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad" (Mt 6,7). Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso que favorezcan en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del Corazón de aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza.
Porque...
si queremos seguir e imitar a Jesús y a María en nuestras vidas, es fundamental conocer como vivieron ellos. Y, cuanto más recemos y meditemos los Misterios del Rosario, más se grabarán en nuestros corazones sus ejemplos.
Porque...
difícilmente se puede encontrar una síntesis más armónica de oración mental y vocal que el rosario; en él se ora con los labios, se medita con la mente y se ama con el corazón.
Porque...
el rosario tiene raíces muy profundas en el alma del pueblo cristiano. Para orar por un difunto, para pedir por una necesidad, para ejercitar la oración en familia. Los cristianos recurren al rezo de esta devoción de manera espontánea.
Porque...
cuando a algún sacerdote, por dificultades especiales, hay que dispensarle el rezo del oficio divino, frecuentemente se le conmuta por el rezo del rosario. No será difícil reconocer que el Rosario es un piadoso ejercicio que se armoniza fácilmente con la Sagrada Liturgia.
En efecto, como la Liturgia tiene una índole comunitaria, se nutre de la Sagrada Escritura y gravita en torno al misterio de Cristo. Aunque sea en planos de realidad esencialmente diversos, anamnesis en la Liturgia y memoria contemplativa en el Rosario, tienen por objeto los mismos acontecimientos salvíficos llevados a cabo por Cristo. La primera hace presentes bajo el velo de los signos y operantes de modo misterioso los "misterios más grandes de nuestra redención"; la segunda, con el piadoso afecto de la contemplación, vuelve a evocar los mismos misterios en la mente de quien ora y estimula su voluntad a sacar de ellos normas de vida.
Porque...
los santos, sobre todo los de los últimos tiempos, han excitado al pueblo cristiano, con sus exhortaciones y ejemplo, a la práctica de esta devoción, con obras y milagros.
"Con esta arma le he quitado muchas almas al diablo". San Juan María Vianney (Santo Cura de Ars)
"Con el Rosario se puede alcanzar todo. Según una graciosa comparación, es una larga cadena que une el cielo y la tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos y el otro en las de la Santísima Virgen. Mientras el Rosario sea rezado, Dios no puede abandonar al mundo, pues esta oración es muy poderosa sobre su Corazón". Santa Teresita del Niño Jesús (Teresita de Lisieux)
"Si queremos aliviar a las benditas almas del purgatorio, procuremos rogar por ellas a la Santísima Virgen, aplicando por ellas de modo especial el Santo Rosario que les servirá de gran alivio". San Alfonso María de Ligorio.
"La práctica del Santo Rosario es grande, sublime y divina. El cielo nos la ha dado para convertir a los pecadores más endurecidos y a los herejes más obstinados". San Luis María Grignion de Montfort.
"Aférrate al Rosario como las hojas de la hiedra se aferran al árbol; porque sin nuestra Señora no podemos permanecer". Santa Teresa de Calcuta.
"Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... ¡Amen a la Virgen y háganla amar. Reciten siempre el Rosario!. ¿Si la Virgen Santa lo ha siempre calurosamente recomendado donde quiera que ha aparecido, no nos parece que deba ser por un motivo especial?". Santo Padre Pio de Pietrelcina.
En una oportunidad dijo santo Domingo de Guzmán a un fraile: "Estás viendo el fruto que he conseguido con la predicación del Santo Rosario; haz lo mismo, tú y todos los que aman a María, para de ese modo atraer todos los pueblos al pleno conocimiento de las virtudes".
Porque...
el Magisterio de la Iglesia y los Papas nos han recomendado e invitado siempre a retomar el rezo del Santo Rosario, descubriéndonos que es una oración actual y viva, jamás pasada de moda.
Porque...
el mismo Juan Pablo II, poco después de ser elegido Papa, decía a los fieles en la Plaza de San Pedro:
El Rosario es mi oración predilecta. Es una escalera para subir al cielo.
Y en otra ocasión nos dijo:
Recitando el Rosario, contemplamos a Cristo desde una posición privilegiada, la de su Madre, María, y meditamos los misterios con los ojos y el corazón de aquella que estuvo tan cercana a su Hijo.
Porque...
la mismísima santísima Virgen María, en apariciones tan sólidamente cimentadas por la actitud de la Iglesia jerárquica como las de Lourdes y Fátima, ha pedido esta práctica piadosa.
EN LOURDES: Es durante el rezo del santo Rosario cuando la Santísima Virgen se le aparece a Bernardita Soubirous, de 14 años, el 11 de Febrero de 1858, en la gruta de Masabielle, a orillas del río Gave en Lourdes, y lo reza con ella.
Nos cuenta la propia Bernardita: "Al levantar la cabeza mirando a la gruta vi a una Señora toda vestida de blanco, con un cinturón azul y en cada pie una rosa amarilla del color de la cadena de su rosario; las cuentas de éste eran blancas. Entonces metí la mano en el bolsillo y saqué el rosario La Señora tomó el rosario que tenía entre sus manos e hizo la señal de la cruz Me arrodillé y recé el Rosario en presencia de la hermosa Señora Ella pasaba las cuentas de su rosario entre sus dedos, pero sin mover los labios. Únicamente al final de cada decena repetía conmigo el Gloria."
EN FATIMA: En las 6 apariciones de Fátima, la Virgen pidió el rezo diario del Rosario, y en la última se identificó como la Señora del Rosario.
En la primera aparición en Fátima, el 13 de Mayo de 1917, les dice la Virgen a los 3 pastorcitos: "Recen el Rosario cada día para obtener la paz en el mundo y el fin de la guerra". En la segunda aparición, el 13 de Junio del mismo año, le dice la Virgen a Lucía: "Quiero que reces el Rosario cada día". En la tercera aparición, el 13 de Julio, la Virgen le recomienda a Lucía: "Yo quiero que continúes rezando el Rosario cada día, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz en el mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella puede ayudarte". El 19 de Agosto, en la cuarta aparición, la Virgen le insiste: "Quiero que continúes rezando el Rosario todos los días". En la quinta aparición, el 13 de Septiembre: "Continúen rezando el Rosario para obtener el fin de la guerra". (La muchedumbre rezaba el Rosario mientras esperaba la aparición). En la sexta y última aparición a los 3 pastorcitos, el 13 de Octubre de 1917, les dice la Virgen María: "Yo soy la Señora del Rosario. Continúen siempre rezando el Rosario cada día. La guerra va a su fin y los soldados pronto regresarán a sus casas".
EN SAN NICOLAS: El 15 de noviembre de 1985, María nos habló de dichas oraciones:
"Hijos míos: Es necesario rezar el Santo Rosario, ya que las oraciones que lo componen ayudan a meditar. En el Padrenuestro, os ponéis en las manos del Señor pidiendo ayuda. En el Ave María, aprendéis a conocer a Vuestra Madre, humilde intercesora de sus hijos ante el Señor. Y en el Gloria, glorificáis a la Santísima Trinidad, divina fuente de Gracias". (m. 724) La Virgen María también nos pidió que recemos el Santo Rosario durante 9 días seguidos (novena). Y el 8 de diciembre de 1984 nos dijo: "Comenzad una Novena el día 17 (hasta el 25), haced peticiones, y en el correr de los días serán concedidas. Gloria al Señor". (m. 401)
Y Porque...
la Virgen María hizo las siguientes promesas al Beato Fray Alano de la Roche (1460), que fue un dominico, considerado el primer gran difusor del santo Rosario, denominado entonces Psalterio de la Virgen. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Santo Domingo referentes al rosario, según aparecen en el Breviario de la Orden de los Predicadores, lección V, octava de la festividad del Santo Rosario. Ellas fueron para todo aquel que rezara el Santo Rosario:
01) "Quien me sirviere rezando constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida."
02) "Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente rezaren mi Rosario."
03) "El Rosario será un escudo fortísimo contra el infierno, destruirá los vicios, librará de los pecados y abatirá la herejía."
04) "El Rosario hace florecer las virtudes, y que las almas consigan copiosamente la Misericordia Divina: sustituye en el corazón de los hombres el vano amor del mundo para llevarlo al amor de Dios, y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas ¡Cuantas almas se santificaron por esta devoción!"
05) "El alma que se me encomiende por medio del Rosario, no perecerá."
06) "El que con devoción rezare mi Rosario, considerando sus sagrados Misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracia, si es justo, y en todo caso, será admitido a la vida eterna."
07) "Los verdaderos devotos de mi Santo Rosario no morirán sin los auxilios de la Iglesia (Sacramentos)."
08) "Quiero que todos los que rezan mi Rosario tengan en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados."
09) "Yo libro muy pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario."
10) "Los verdaderos hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular."
11) "Todo cuanto se pidiere por medio del Rosario, se alcanzará prontamente."
12) "Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario."
13) "He obtenido de mi Hijo que todos los cofrades del Rosario tengan, en vida y en muerte, como hermanos, a todos los bienaventurados de la corte celestial"
14) "Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús."
15) "La devoción del Santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria."
Rezar en familia el Santo Rosario
Es realmente, muy importante, rezar el Santo Rosario en familia porque la familia que reza unida permanece unida. Los Papas nos han hablado extensamente sobre el tema:
Pio IX (declaró el Dogma de la Inmaculada Concepción de María en 1854): "Si desean la paz en el corazón, en el hogar, en el país, reúnanse a rezar el Rosario cada noche. Estas son mis últimas palabras para ustedes y son mi memorial".
Pio XI: "Los padres deben dar ejemplo a los hijos, cuando por la noche se reúnen a rezar el Rosario, de rodillas. De esto viene sólo paz y abundancia de dones para la familia".
Pablo VI: "En continuidad de intención de nuestros predecesores, queremos recomendar también, vivamente, el rezo del Santo Rosario en familia, puesto que la familia, célula primaria y vital de la sociedad, por la mutua piedad de sus miembros y la oración común dirigida a Dios, se ofrece como Santuario doméstico de la Iglesia".
Esa Iglesia doméstica que es el testimonio de la fe sincera y amorosa de nuestros padres, que nos trasmiten la Verdad del Evangelio, porque como padres amantes a imagen del Padre celestial, solo desean lo bueno para sus hijos. El brindarse corporal y espiritualmente a ellos, brindándoles los que ellos con el correr del tiempo descubrieron, aprendieron en el crecimiento espiritual de la vida, y contemplaron fruto de sus años de sabiduría, que no hay mayor Bien que el Amor de Dios y como padres amantes desean con ahínco este alimento del alma para sus amados hijos. Es el alcanzarles los frutos celestiales, los tesoros del reino de los bienaventurados. "¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!". (Mt 7, 9-11)
Después de la celebración de la Liturgia de las Horas -cumbre a la que puede llegar la oración doméstica-, no cabe duda de que el Rosario a la Santísima Virgen debe ser considerado como una de las más excelentes y eficaces oraciones comunes que la familia cristiana está invitada a rezar. "Nosotros -dice el Papa Pablo VI- queremos pensar y deseamos vivamente que cuando un encuentro familiar se convierta en tiempo de oración, el Rosario sea su expresión frecuente y preferida. Sabemos muy bien que las nuevas condiciones de vida de los hombres no favorecen hoy momentos de reunión familiar y que, incluso cuando eso tiene lugar, no pocas circunstancias hacen difícil convertir el encuentro de familia en ocasión para orar. Difícil, sin duda. Pero es también una característica del obrar cristiano no rendirse a los condicionamientos ambientales, sino superarlo; no sucumbir ante ellos, sino hacerles frente. Por eso las familias que quieren vivir plenamente la vocación y la espiritualidad propia de la familia cristiana, deben desplegar toda clase de energías para marginar las fuerzas que obstaculizan el encuentro familiar y la oración en común."
Es verdad que Jesús está presente. Cuando estemos en oración recordemos lo que Jesús nos dijo: "Cuando dos o tres estén reunidos en mi Nombre, yo estaré allí en medio de ellos". Por eso debemos rezar con mucho amor y alegría. Rezar con el corazón, rezar con fe, sin prisa, con devoción, meditando: Como nos pide María. Contemplando diariamente los Misterios desde su Corazón y el de Jesús.
"El Santo Rosario-dice María en San Nicolás-es el arma a la cual le teme el enemigo, es también el refugio de los que buscan alivio a sus pesares y es la puerta para entrar en mi corazón".
HISTORIA Y ESPIRITUALIDAD DEL ROSARIO
El Rosario tiene toda una prehistoria y una evolución hasta llegar a como lo conocemos hoy día. Una forma tan perfecta, una oración tan completa (vocal, mental y contemplativa) y tan rica de alimento espiritual por el contenido teológico y devocional, no puede nacer de un día para otro ni puede ser fruto de la intuición de un sólo hombre.
Es inútil buscar el rezo difundido del Ave María antes del siglo XII. Lo que sí se rezaba era el Padrenuestro (Salterio de Cristo, 150 Padrenuestros para imitar los 150 Salmos de las Sagradas Escrituras) y se recitaba también el Credo. San Pedro Damiano habla de un religioso que todos los días iba al altar de la Virgen y rezaba con el saludo del ángel: "Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28). Hay otros ejemplos parecidos, según las crónicas, pero siempre con la salutación angélica a la que se le agregaron más tarde las palabras de santa Isabel "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre" (Lc 1, 42).
Humberto de Romans, O.P., que escribía en 1260, dice: "Son tres las oraciones que más se usan en la Iglesia, el Credo, y lo hicieron los Apóstoles; el Ave María, y lo hizo el ángel; el Padre Nuestro, y lo hizo el Hijo de Dios".
El rezo arrodillado del Ave María fue prescrito en la Orden Dominicana. Al fundar lo que luego será la hermandad seglar (de laicos), Santo Domingo, les pidió que "rezaran diariamente un cierto número de Padrenuestros y de Avemarías, en lugar del Oficio Divino".
En las Beguinas de Gante -pueblo entero de mujeres piadosas dirigidas por frailes dominicos- cuya regla data de 1234, dice "Cada Beguina... debe rezar cada día tres guirnaldas, orando, que se llaman el Salterio de la bienaventurada Virgen". Si cada "guirnalda" constaba de 50 Avemaría, para imitar el libro de los Salmos (los clérigos y monjes rezaban los 150 salmos ), las tres "guirnaldas" eran de 150 Avemaría. El Rosario avemariano empieza, prácticamente, en este sentido, a constituirse.
Santo Domingo dispuso a las monjas de Roma que rezaran el Oficio Divino, y a las "legas" (las que no sabían leer) les pedía que rezaran una "guirnalda". Podemos observar hasta ahora, lo que nos dice un historiador: "Vemos que el rezo del Avemaría, que se encuentra en el siglo XII rezado, circunstancialmente, por una que otra persona; en el siglo XIII, en sus comienzos, se recitaba al lado de Santo Domingo con una generosidad asombrosa; lo propuso para sus frailes, para sus hermanos seglares, las monjas y para los legos en general que hacían de ello su Oficio Divino".
Respecto a los "contadores" propios del Rosario, aparecen frecuentemente como "hilos de cuentas". El primero que se conoce perteneció a un fraile dominico, Romeo de LLivia (1218), quién al morir tenía en la mano, fuertemente agarrada, una cuerda con nudos, que le servían para contar las mil Avemarías que recitaba diariamente.
En la segunda mitad del siglo XV aparece ya el Rosario en las manos y el cuello de la Virgen de la misma forma como lo conocemos hoy, con las quince "decenas". A partir de este siglo es cuando se comienza a propagar como forma de oración metódica y la atribución del Rosario a Santo Domingo de Guzmán. Respecto a las fórmulas de recitación, tuvo muchas variantes que datan de fuentes distintas. La incorporación del "Padrenuestro" como parte de estructura del salterio mariano data de comienzos del s. XIV. La adición del nombre de "Jesús" se introdujo a fines del mismo siglo. El "Santa María Madre de Dios", es una oración agregada que data del Concilio de Éfeso (431) y no es directamente bíblica; es añadida oficialmente por la Iglesia en el s. XVI. "Santa María, ruega por nosotros", fue encontrada por primera vez en un monje cartujo del siglo XV. Y el "ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén" se usaba en Roma alrededor del 1493.
Será en el pontificado de San Pío V (1586) que se le dará al Rosario de María la estructura que conocemos hoy. El "Gloria", al final de cada decena de Avemarías, será introducido en 1613. La distribución de los misterios en gozosos, dolorosos y gloriosos, que ha regulado el ritmo de la piedad de generaciones enteras, se atribuye al dominico Santiago Sprenger (1436-1496).
La recomendación de esta piedad mariana fue permanente por parte del Magisterio de la Iglesia. San Pío V, atribuyó el triunfo de Lepanto, 7 de Octubre de 1571, al rezo del Rosario por las cofradías del mismo, al año siguiente instituye la conmemoración de la Virgen de la Victoria. Gregorio XIII quiso que se llamase esta fiesta Ntra. Sra. del Rosario. Clemente XI la hace fiesta universal en la Iglesia. Benedicto XIII la introdujo en el Breviario Romano. San Pío X la fija el 7 de octubre. León XIII consagra el mes de octubre a la Virgen del Rosario, igual Pío XII, Juan XXIII. Pablo VI, dirá: "el mes de octubre está dedicado a Ntra. Sra del Rosario".
LA VIRGEN DEL ROSARIO: ¡VENCEDORA DE LAS BATALLAS!
Algunas de las grandes victorias atribuidas a Ntra. Señora del Rosario fueron: La guerra de Granada, batalla de Lepanto, batalla de Kahlenberg, batalla de Temesvar y la reconquista de Buenos Aires. Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de extinción ante la temible amenaza del Islam.
LA GUERRA DE GRANADA
Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y Portugal pudieron librarse del dominio musulmán que culminó con la conquista de Granada, cuando los reyes católicos, Fernando II e Isabel I pudieron definitivamente expulsar a los moros de la península en el 1492. La guerra de Granada se produjo en los años 1481 - 1492 en el sureste de la Península Ibérica, (Reino de Granada y tierras fronterizas) el resultado fue la victoria decisiva de los Reyes Católicos, y así el Reino de Granada es anexionado a la Corona de Castilla.
¡La importancia de esta victoria es incalculable ya que en ese mismo año ocurre el descubrimiento de América y la fe se comienza a propagar en el nuevo continente!
Pintura: La Virgen de los Reyes Católicos, pintada entre 1491 y 1493. A la derecha de la Virgen María, el rey Fernando II de Aragón y el príncipe de Asturias, Juan de Aragón (con el inquisidor); a la izquierda, la reina Isabel I de Castilla, con la infanta Isabel. De pie, se hallan santo Tomás de Aquino, sosteniendo a la Iglesia, y santo Domingo de Guzmán, con un libro y una palma.
LA BATALLA DE LEPANTO. El 7 de octubre
Se libro en la época del Papa Pío V (1566 - 1572). Los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero se le hizo poco caso. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. Por fin en 1571 se estableció una liga para la defensa de Europa.
El 7 de octubre de 1571 se encontraron las flotas cristianas y musulmanas en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria, entró en batalla contra un enemigo muy superior en tamaño. Se jugaba el todo por el todo. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el santo rosario con devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.
En Roma, el Papa se hallaba recitando el rosario en tanto se había logrado la decisiva y milagrosa victoria para los cristianos. El poder de los turcos en el mar se había disuelto para siempre. El Papa salió de su capilla y, guiado por una inspiración, anunció con mucha calma que la Santísima Virgen había otorgado la victoria. Semanas mas tarde llegó el mensaje de la victoria de parte de Don Juan, quién, desde un principio, le atribuyó el triunfo de su flota a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias, y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió la fiesta a la Nuestra Señora del Rosario.
BELIGERANTES: Liga Santa:Imperio español, República veneciana, Estados Pontificios, Rep. de Génova, Orden de Malta, Gr. Duc. de Toscana, Ducado de Saboya. Lucharon contra el poderoso imperio otomano.
Fuerzas en combate de la Armada de la Santa Liga: 227 galeras, 6 galeazas, 76 fragatas o bergantines y 98.000 hombres. Contra la Armada otomana que contaba con 210 galeras, 87 galeotas y fustas y 120.000 hombres.
Bajas de la Armada de la Santa Liga: 7.600 bajas, 12 galeras. Contra la Armada otomana: 30.000 bajas, 190 naves, 12.000 cautivos cristianos liberados.
LA BATALLA DE KAHLENBERG
Conocida como la Gran Guerra Turca, las Guerras habsburgo-otomanas y las Guerras polaco-otomanas. Los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo siguiente, invadieron a Europa desde el Este y, después de tomar enormes territorios, sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez mas, las tropas enemigas eran muy superiores. Si conquistaban la ciudad toda Europa se hacía muy vulnerable.
BELIGERANTES: Cristianos: República de las Dos Naciones y Sacro Imperio Romano Germánico. Contra: El imperio otomano, Kanato de Crimea, Principado de Moldavia, Principado de Valaquia y el Principado de Transilvania.
Fuerzas en combate cristiano: Guarnición de Viena 15.000 alemanes, Fuerza de apoyo 50.000 alemanes y 25.000 polacos. Contra fuerzas musulmanas de: 138150.000 hombres, 300 cañones y Fuentes alcistas: 300.000.
Bajas cristianas: 2.000 muertos, 2.500 heridos. Contra lo musulmanes: 1014.000 muertos, 5.000 heridos, 5.000 prisioneros.
LA BATALLA DE TEMESVAR
Guerra austro-turca (1716-1718). Fue victoria del Sacro Imperio Romano Germánico, derrotó en Temesvar (en la Rumania moderna) a un ejercito turco dos veces mas grande que el suyo. El Papa Clemente XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.
RECONQUISTA DE BUENOS AIRES
La Segunda Invasión Inglesa a la Ciudad de Buenos Aires fue en Junio - Julio de 1807. En la segunda invasión a Buenos Aires los ingleses prohibieron celebrar, con la solemnidad acostumbrada, los cultos del Rosario en el templo de Santo Domingo. Acongojado por ello D. Santiago de Liniers hizo un voto a Nuestra Sra. del Rosario ofreciéndole las banderas que tomase al invasor si reconquistaba la ciudad.
Firmemente persuadido que lo lograría bajo tan alta y maternal protección, solicitó al prior de los dominicos que las familias rezaran el Santo Rosario pidiendo por la victoria según consta en actas. Cuando tras duros combates los invasores fueron desalojados de Santo Domingo (aún se ven marcas de las balas en la torre izquierda) el pueblo entero alzó sus plegarias agradeciendo la victoria a María Santísima.
En la pintura "La Reconquista de Buenos Aires" (óleo de Charles Fouqueray, 1909, que vemos arriba). William Carr Beresford entrega su espada a Santiago de Liniers pero no se la recibe; entre ambos, el capitán de fragata Juan Gutiérrez de la Concha, futuro gobernador intendente de Córdoba del Tucumán.
En el camarín de Nuestra Señora, hoy conocida con el nombre del Santísimo Rosario, de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, se encuentran las banderas tomadas a los ingleses, entre las cuales destaca la del famoso Regimiento 71.
ESPIRITUALIDAD DEL ROSARIO
"Si Jesús nos enseñó a decir "Padre nuestro", la Iglesia nos enseña a rezar a "Nuestra Madre". Pone el Rosario en manos de todos los hijos de Dios. Como el Padrenuestro, el Rosario nos es sólo una devoción, sino una escuela de santidad, en la que el alma cristiana vive el Evangelio en ambiente de Iglesia, bajo la mirada de María, a través de la vida cotidiana divinizada por la práctica de las virtudes, destinada a comunicarse en la luz del Verbo y el ímpetu del Amor Eterno, en la intimidad del Padre, absorbida con el Hijo, por Él y en Él, en la unidad de la Trinidad" (P. Philipon, o.p)
"El Rosario (dicen los espíritus acomodados a las cosas de este mundo) es una oración excesivamente repetitiva y por tanto no espontánea, y fastidiosa". Mas supongamos que pueda existir una oración "fastidiosa", el Rosario no lo es por cierto. No es una oración apresurada, y menos aún mecánica, de Avemarías; tampoco es una repetición que impida la reflexión y donde se ignora la meditación, donde un alma no se comunica con Dios ni con María. El Rosario es principalmente, la contemplación amorosa de la vida de Jesús y de María mediante la recitación de las oraciones más bellas y sencillas: el Padre nuestro, el Ave María y el Gloria al Padre.
El Rosario como oración vocal (Leer: Catecismo de la Iglesia Católica n1 2700), mental (C.I.C n1 2705) y contemplativa (C.I.C n1 2709), es una oración perfecta. La oración sin meditación puede transformarse en mecánica; la meditación sin oración resulta sobrenaturalmente estéril. Pero la oración hecha con devoción obtiene la gracia de la contemplación, dice san Bernardo: "Caminamos sobre los pies de la contemplación y de la oración". También nos dice Pablo VI: "La contemplación es el elemento esencial del Rosario. Sin ella la oración es como un cuerpo sin alma y su recitación corre el riesgo de hacerse fastidiosa y de caer en charlatanería, de la que advierte el mismo Jesús (Mt 6, 7). Por su misma naturaleza el Rosario exige un ritmo tranquilo y un pensamiento descansado que favorece al que lo reza la contemplación de los misterios de la vida de Cristo, vistos a través del corazón de aquella que estuvo más cerca al Señor, y revelan sus inagotables misterios" (Marialis cultus, n1 47)
La meditación de los misterios es como el alma del Rosario. Es necesario pasar de una meditación muy simple, antes de elevarse a la verdadera contemplación. Es por esto que el Rosario es una escuela de contemplación; eleva poco a poco por encima de la oración vocal y de la meditación razonada, dice san Grignion de Montfort: "Por los quince escalones de esta escala subirás de virtud en virtud, de claridad en claridad, y llegarás fácilmente, sin ilusiones, hasta la plena edad de Cristo... nada encuentro más eficaz para atraer el Reino de Dios, la Sabiduría Eterna dentro de nosotros, porque el Rosario esclarece el espíritu, inflama el corazón y vuelve el alma a escuchar la voz de la Sabiduría, de gustar su dulzura y de poseer su tesoros ".
El Rosario es una lectura del evangelio en clave mariana. Coloca el alma en las mismas disposiciones de María para contemplar la vida de Cristo. Efectivamente, vemos nacer a Jesús, lo vemos vivir, amar, obrar, sufrir, morir, como lo vio su madre. El Rosario es el modo de penetrar en el corazón de María para aprender a conocer los misterios de la vida de Cristo. En el Rosario meditamos el evangelio con el espíritu de María y en comunión con ella, que cooperó de modo especial en la obra de la redención.
Dice Pablo VI: "El Rosario nos hace caminar al paso de María, nos obliga a percibir su encanto, su estilo evangélico, su ejemplo educativo y transformador; es una escuela que nos hace cristianos". Si, como dijimos, toda oración es camino a la contemplación, con cuánta mayor razón los son el Pedrenuestro, la plegaria que brota del corazón del Hijo amado; el Avemaría, la oración que nos recuerda los misterios de la natividad del Salvador y el Gloria al Padre, que nos sumerge en el misterio de la Santísima Trinidad.
El Padrenuestro es una oración simple que responde a las exigencias más profundas del alma humana. No es posible repetir tantas veces el Padrenuestro sin sentir la necesidad de amar al Padre y gustar de su presencia. Luego de invocar el nombre del Padre que está en los cielos, luego de exponer nuestras necesidades tanto materiales como espirituales, nos volvemos a María, nuestra Madre. La saludamos con el mismo saludo del ángel. Al que salude a María con estas palabras Ella siempre seguramente responderá con su gracia. A quien la saluda repetidamente con fe y amor, María no negará la gracia de la contemplación. "El amor tiene una palabra que dicha siempre nunca se repite" (P. Lacordaire, o.p)
Luego, al acabar cada misterio, el Gloria, que es alabanza y agradecimiento a la divina Trinidad, que nos ha dado a María por madre y que ha hecho "grandes cosas" en ella y por nosotros. Es por un decreto del Padre que la Virgen concibe al Hijo por obra de Espíritu Santo. Con el Gloria se concluye el movimiento ascendente de la oración mariana: de la intercesión de María se eleva a Jesús, y de Jesús a la Trinidad.
Retomando el tema de las peticiones por nuestras necesidades, conviene profundizar un poco en el siguiente pasaje del evangelio, para entender mejor a Jesús y a María, y también para aprender de esta última el modo correcto de orar. "Hagan lo que Él les diga" (Jn 2,5). María propiamente no hace una petición a Jesús, simplemente le dice: "No tienen vino" (Jn 2, 3). María lo deja todo al juicio de Dios. En Nazaret, entregó su voluntad, sumergiéndola en la de Dios: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Esta sigue siendo su actitud fundamental. Así nos enseña a rezar: no querer afirmar ante Dios nuestra voluntad y nuestros deseos, por muy importantes o razonables que nos parezcan, sino presentárselos a Él y dejar que Él decida lo que quiera hacer, "Señor, si tú quieres, puedes sanarme" (Mt 2, 8). De María aprendemos la bondad y la disposición a ayudar, pero también la humildad y la generosidad para aceptar la voluntad de Dios, confiando en Él, convencidos de que su respuesta, sea cual sea, será lo mejor para nosotros.
El Rosario es evangelizador
Dijo Pablo VI: "El Rosario es como una síntesis del Evangelio". Meditando sus misterios es cuando descubrimos lo cierto de esta afirmación. El Rosario es popularizado por el dominico Alano de Rupe (1428-1475), con fama de santidad. Propagó la devoción del Salterio de la Virgen, organizando por todas partes cofradías en torno al Rosario. Pero lo que nos interesa destacar es la forma cómo los frailes y hermanos laicos encontraron en el Rosario un instrumento de por sí evangelizador. Ante la gran pobreza de su época y el enorme grado de analfabetización reinante entre los fieles, predicaban el Reino entre los más humildes, explicándoles los misterios de nuestra salvación a través de los misterios del Rosario (C.I.C. n1 1674) Por eso es que se constituyó esta devoción en la "Biblia de los pobres".
Para nuestra mentalidad tan insensible a las necesidades de su época me parece rejuvenecedor poder encontrar en el Rosario un medio tan antiguo como actual para predicar el Evangelio, y para aquellos que se tomen la "Buena Noticia" de Jesús en serio, hacer de su vida un Rosario viviente.
María, la Madre de Dios, nos enseña que para llegar a Cristo hace falta también la oración. Ella "guardaba todas la cosas y las meditaba en su corazón" (Lc. 2, 19).
Pidámosle a María la gracia grande de poder contemplar, "vivir" los Misterios del Rosario desde su Corazón Inmaculado, para aprender a amar a su Divino Hijo, a su Sagrado Corazón, como Ella lo hace.
Sea todo en alabanza y honra de la Madre de Dios, de quien tuvo origen nuestro apostolado del rosario, para que sea ella quien lo lleve a consumación. "Viva María, viva el Rosario, viva Santo Domingo que lo ha fundado".
Fray Ricardo Javier Drivet Kellenberger O.P.
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