Hijo de Amós, Isaías vivió en la segunda mitad del siglo VIII a.C., durante los reinados de Osías, Joatán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Fue el mayor de los cuatro grandes profetas del Antiguo Testamento. Profetizó que Sión sería redimida y que una Virgen daría a luz al Salvador. En sus profecías se encuentran más rasgos y alusiones al Mesías, el futuro Cristo, que en todos los otros profetas. Por eso sus profecías son llamadas “el quinto Evangelio”. Murió martirizado, cortado en dos, en tiempos del rey Manasés de Judá (entre 693 y 639 a.C.). Su sepultura fue localizada en Paneas, junto al manantial del río Jordán, y sus reliquias trasladadas a Constantinopla el año 442 en tiempo de Teodosio II.

Nació en la alta Tebaida, el año 292, de padres gentiles. Participando como capitán en la guerra entre el emperador Constantino y el tirano Majencio, fue socorrido por un grupo de cristianos, que lo convirtieron a la fe de Cristo. Desde entonces inició una nueva vida. Se dirigió al desierto y se hizo asceta. Pronto se convirtió en fundador de monasterios y en padre de más de 7.000 monjes, a los que les dio una severa regla de vida, la que grabó en un bronce. San Pacomio murió a los 57 años de edad, después de haber pasado 25 de retiro en el desierto.