Permanezcan en mí...
 
La mayoría de nosotros no hemos visto de cerca un viñedo, una parra... Pero sabemos que las ramas, las hojas, los brotes de un árbol, de una planta no tienen vida, no pueden producir frutos, a menos que permanezcan unidos al árbol, a la planta. Justamente la "necesidad" más importante de una vida espiritual fecunda, cargada de "frutos" (= de buenas obras), es permanecer unidos a Cristo. ¿Como? Hay que procurar, con decisión, "en serio", no amar con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad... acercarnos a Dios con plena confianza... cumplir sus mandamientos y hacer lo que le agrada.

Dios ha querido que su gloria también dependiera de que nuestra vida "valiera la pena", "sirviera para algo", produzca abundantes obras buenas. Sólo unidos a Cristo podemos lograrlo.


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan. (Jn 18, 1-8)

Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discipulos: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mi, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos".

Palabra del Señor.
A. Gloria a ti, Señor Jesus.